Primero Santa Sofía; después, San Pedro

santa-sofia-istanbul

El anuncio del presidente turco Erdogan, según el cual la basílica de Santa Sofía, actualmente un museo, será transformada en mezquita tiene un grave significado simbólico, ya que no sólo demuestra un hondo desprecio hacia los cristianos de todo el mundo, sino también hacia la propia comunidad internacional, a la que el sultán ha querido recordar que la conversión en mezquita del monumento símbolo de Estambul es un derecho soberano de Turquía.

La basílica de Santa Sofía, edificada por el emperador Constantino en el siglo IV, fue una iglesia cristiana durante más de mil años. Más exactamente, fue iglesia católica hasta el Cisma de Oriente, en 1054, y más tarde templo ortodoxo hasta la caída del Imperio Bizantino en 1453. Mehmed II la transformó en mezquita, pero tras la caída del Imperio Otomano, el presidente Mustafá Kemal Ataturk, fundador de la moderna República de Turquía, la convirtió en 1934 en un museo.

La decisión de Erdogan de declarar nulo aquel acto y transformar nuevamente a Santa Sofía en mezquita es expresión de una estrategia político-religiosa que abandona la senda trazada por Ataturk recuperando el sueño de un imperio neootomano que tras haber conquistado la extensa zona formada por las repúblicas islámicas que formaron parte de la Unión Soviética aspira a la islamización de Europa.

El papa Francisco ha expresado su dolor por esta decisión; pero éste es uno de los frutos de la política del encuentro Abu Dhabi con el Vaticano tiende la mano obteniendo a cambio humillaciones. Erdogan no se contentará con eso, y de no producirse una reacción religiosa y cultural contra el expansionismo islámico que nos amenaza, a la Iglesia y a Europa les esperan nuevos dolores. Francisco visitó Santa Sofía en noviembre de 2014 con motivo de su viaje a Turquía. Un poco antes había estado en la mezquita Sultán Ahmet de Estambul, más conocida como Mezquita Azul, junto al Gran Muftí para rezar en silencio y descalzo. ¿Es que no aprendió nada en ese viaje? Pero el objetivo del islam es claro.

El jeque Yusuf al Qaradawi, jefe internacional de los Hermanos Musulmanes, recordó en una ocasión que cuando preguntaron a Mahoma qué ciudad sería conquistada antes, Roma o Constantinopla, respondió: «Hirquid (Constantinopla) será conquistada primero». Primero Santa Sofía; por tanto, después San Pedro.